No hay hombres feministas

Los hombres feministas son criaturas míticas. No los hay, no existen, y aunque algunos defenderán su existencia desde la postura de que el apoyo a un movimiento que consideran positivo puede darse desde cualquier espacio, la realidad es que el feminismo no es un tema de hombres, desde hombres, ni para hombres, aunque bastante le debemos los hombres al mismo y a quienes lo abanderan.

Personalmente en tiempos recientes he sido testigo de muchísimas manifestaciones de apoyo al movimiento feminista de parte de hombres, y vaya, esto es algo sumamente positivo, al fin nos estamos dando cuenta de que la equidad nos beneficia a todxs y de que la lucha que ellas han emprendido para reivindicar su posición en la sociedad y reestructurar la misma, para dar justa cabida a su participación de manera equitativa en todas sus esferas, es una lucha de todxs, es una lucha por una sociedad y un mundo mejor, y no una guerra en contra de la masculinidad, de lo masculino, o de los hombres como colectivo o como individuos.

Lo que debemos examinar primero para poder comprender el por qué, aunque un hombre apoye la consecución de objetivos que el movimiento feminista procura lograr, no puede autodenominarse feminista, es que el feminismo es un movimiento de mujeres, desde las mujeres y para mujeres, abanderado por ellas y reclamado por ellas. Se los dice un hombre que por más de un año tuvo como etiqueta biográfica en sus redes sociales «feminista», y que conforme me he educado más y más sobre el tema, me he dado cuenta de lo absurdo de esa etiqueta para un hombre.

Trataré de explicar lo anterior, apuntando a la postura social de privilegio del hombre: Si los hombres ocupáramos un lugar secundario en las sociedades modernas, si nos pagaran menos dinero en lo general por el mismo trabajo que las mujeres realizan, si nos costara más que ellas desarrollar nuestra carrera profesional, estudiar lo que queremos sin ser víctimas de burlas y condescendencias, si fuéramos violentados y asesinados por el sexo opuesto de forma abismalmente desproporcionada, entre muchísimas otras desigualdades, seguramente que requeriríamos y demandaríamos la existencia de un movimiento que nos ayudara a darnos cuenta de las estructuras que promueven esa opresión hacia nosotros, y para librarnos de ellas.

Pues este tipo de movimiento es el feminismo para las mujeres. Un movimiento creado por ellas y para ellas. Para primero, darse cuenta del tipo de opresión que sufren, y después, poder identificar las estructuras que mantienen a la figura de la mujer en opresión ante la del hombre, y posteriormente derrumbar esas estructuras sociales y reconstruirlas de manera que las mujeres ocupen un lugar de equidad en comparación con los hombres en las sociedades modernas. Un movimiento que nivele el campo de oportunidades para que todas las mujeres y niñas en la vasta diversidad que comprenden las identidades femeninas, puedan tener acceso a las mismas oportunidades que hoy están disponibles para niños y hombres.

Y es por esto por lo cual no puedes llamarte «feminista», no existen los hombres feministas porque nosotros no requerimos, ni en lo individual ni en lo colectivo, de un movimiento como el feminismo para librarnos de una opresión social ejercida sobre nosotros por otro grupo poblacional de forma sistemática e institucionalizada. Sí que requerimos librarnos de muchas ataduras sociales y de cuestionar el género masculino y su definición y origen con base en estereotipos del masculino hegemónico. Y aún esto último, se lo debemos a las feministas, pues sin todas esas valientes que han cuestionado el rol de la mujer en sociedad desde hace siglos, no estaríamos hoy los hombres aprendiendo a cuestionar el nuestro, comenzando apenas hace unas cuantas décadas.

Proclamarnos feministas, es entonces, una vil afrenta; es una burda apropiación de algo que no nos corresponde; es nuevamente, apropiarnos del trabajo de las mujeres como lo hemos hecho durante milenios. Uno puede apoyar movimientos por la reivindicación de poblaciones vulneradas en nuestras sociedades, pero no podemos apoderarnos de esos movimientos y hacerlos nuestros. No te autoproclamarías negro para apoyar el movimiento de #BlackLivesMatter ¿Entonces qué te hace pensar que sí puedes autoproclamarte feminista para apoyar el feminismo?

Compañero hombre, tú no eres feminista. Puedes apoyar el feminismo, pero el mayor apoyo que puede obtener el movimiento feminista de tu parte, viene primero de respetar su espacio, y después de luchar por la equidad desde el tuyo. Ellas no están pidiendo que seas su aliado, no piden tu apoyo ni tu validación ni tu aprobación, el movimiento feminista es y sigue y se fortalece cada vez más, independientemente de ti y de todos nosotros. Ellas nos piden que atendamos lo nuestro, que por fin dejemos de depender de que ellas para hacer nuestro trabajo por la equidad, y dejemos de apropiarnos de lo suyo, que trabajemos en cómo ser hombres y en ser #MEJORESHombres que procuren una sociedad equitativa para todxs.

Tu mayor contribución consiste en abandonar tu cultura machista, en cuestionar tus estereotipos, en cuestionar tu masculinidad y redefinirla en términos que te permitan cuidar de ti mismo y formar relaciones más sanas y equitativas con las personas. Apoya cuestionando y confrontando los machismos de tus familiares, de tus colegas, de tus amigos, así como los propios ¡Sé un total anti-machista! Y lo bello de ser anti-machista, es que no tenemos que estar libres de machismos para serlo, simplemente requerimos el compromiso de educarnos para combatir el machismo donde sea que lo encontremos, aún en nosotros mismos.

Josué Lavandeira – josue_lavandeira@alumni.harvard.edu

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