Proclamarnos feministas, es entonces, una vil afrenta; es una burda apropiación de algo que no nos corresponde; es nuevamente, apropiarnos del trabajo de las mujeres como lo hemos hecho durante milenios.
Proclamarnos feministas, es entonces, una vil afrenta; es una burda apropiación de algo que no nos corresponde; es nuevamente, apropiarnos del trabajo de las mujeres como lo hemos hecho durante milenios.