La masculinidad, al igual que la feminidad, es un constructo social. Somos nosotros como sociedad quienes hemos definido lo que consideramos femenino y lo que consideramos masculino. Construimos la masculinidad en oposición a la feminidad, y a todo lo que no consideramos femenino le dimos el atributo masculino. Así que todas las cosas, comportamientos, pensamientos, emociones, que consideramos que no son femeninas, las hemos definido por oposición masculinas.

Somos los hombres los que hemos construido normas sobre lo que estamos dispuestos a considerar masculino y lo que no. Es nuestra facultad redefinir estas normas. Así debemos aceptar nuevas definiciones de masculinidades, de acuerdo a la diversidad de identidades masculinas que componen hoy nuestra sociedad.

¿Qué es masculinidad tóxica?

Al definir automáticamente todo lo femenino como «no masculino», los hombres lo rechazamos, pues queremos identificarnos como personas masculinas. El problema con este tipo de pensamiento, es que a través de los siglos, definimos también como femeninas muchas características, emociones y comportamientos, que son naturales también de los hombres. Es así, que relegamos al olvido todo aquello que sea percibido como femenino, y agrupamos dentro de lo femenino, todo lo que puede ser percibido como debilidad; contribuyendo al pensamiento machista al asignar connotaciones negativas a lo que consideramos femenino.

¿Qué hombre no ha escuchado durante su vida frases como: «Los hombres no lloran», «¡No seas niña!», «¡Juegas como niña!», «¡Pareces vieja!», «¡No seas joto!», «¡Aguanta como los hombres!», etc.? Frases que no solamente forman y fijan durante nuestra crianza conceptos dañinos de lo que significa ser un hombre, sino que también asignan connotaciones negativas a los hombres con orientaciones e identidades sexuales menos comunes, así como a las mujeres; y enseñamos a nuestros niños y jóvenes varones a rechazar todo lo que no quepa dentro de esta estrecha definición de lo que debe ser un hombre, y a defender (casi siempre con violencia) su identificación con ese modelo masculino.

Es así que los hombres, en una abrumadora mayoría, terminamos socializándonos como machos y nos enfrascamos en una vida que resulta tóxica, tanto para nosotros mismos como individuos, como para la sociedad en la que vivimos, hasta llevarnos tempranamente a la tumba o a la prisión.

¿Cómo puedo identificar comportamientos de masculinidad tóxica?

En muchos contextos, las manifestaciones del paradigma masculino tóxico no son siempre evidentes. Es complejo entender sus manifestaciones y su origen.
Un ejercicio sencillo podría ser preguntarte: «¿Qué es un hombre de verdad?». Muchas respuestas a esta pregunta, tienden a identificar comportamientos del paradigma masculino tóxico. Comportamientos del macho que muchos hombres creemos que debemos representar.