Depp vs Heard y sus consecuencias

Pendiente aún de la muy probable apelación del veredicto, una corte civil de Fairfax, Virginia, determinó que Amber Heard deberá pagar una suma de $10,350,000 dólares (el jurado recomendó 5 millones de daños punitivos, pero el tope estatal por este delito es de $350,000) a Johnny Depp por delitos de difamación. En sentido opuesto, él, por haber sido encontrado culpable del mismo delito, deberá pagarle a ella un neto de $2,000,000 de dólares.

Las y los miembros del jurado, con base en las evidencias presentadas, de alguna manera lograron concluir que ambos habían hecho declaraciones públicas en medios digitales e impresos con «intención maliciosa» de causar a la otra persona un daño moral y/ económico. Recordemos, que las personas en el jurado no son juristas, son ciudadanas y ciudadanos comunes de los Estados Unidos seleccionados al azar para cumplir con un servicio civil en una corte de ley. Y que además, esas personas del jurado no son inmunes a ser influenciadas por el circo mediático a su alrededor y por la cultura de su país.

Formulario que debieron llenar las personas del jurado para acreditar el delito de difamación y sugerir compensaciones y daños

Al final, lo mostrado durante el juicio comprueba reafirma mucho lo que ya sabíamos: que eran una pareja que se enfrascaba constantemente en peleas violentas, en las que en muchas ocasiones ella lo agredió a él, y en muchas otras él a ella (https://www.theguardian.com/film/2020/nov/02/johnny-depp-trial-how-the-judge-ruled-on-14-alleged-assaults ). También que, en mayor o menor medida, ambas partes participaban de ser victimarias en una relación de mucho daño psicológico y físico para las dos personas.

Depp, durante su testimonio, escucha un audio donde admite haber golpeado a Heard

Sin embargo, y siendo un caso tan mediático, las reacciones alrededor del mundo entero se manifiestan en mayor medida volcándose en alabanzas para un Johnny Depp victimizado y convertido en héroe, y en insultos para una Amber Heard transformada en una arpía demoniaca.

Podría decir que me resulta incomprensible que nuestras sociedades alaben a un agresor violento por los mismos motivos por los que odian a una agresora violenta, pero lamentablemente, lo entiendo perfecto. Sé de dónde viene, sé por qué lo hacemos.

Vivimos en un mundo y en un país patriarcal.

Un mundo donde la gran mayoría de las bases institucionales que constituyen la cultura nuestras sociedades, tiene una fundación misógina y machista. México es claro ejemplo de ello.

Vivimos en un país acostumbrado a proteger a los hombres, independientemente de su calidad moral y/o humana. Uno en el que 97%1 de las personas que cometen abusos sexuales son hombres. Un México en el que el 89%1 de los homicidios (incluyendo feminicidios) del país los cometen hombres. En el que 53%1 de los hombres envían fotos de sus genitales a mujeres que ni conocen, siendo esto un delito. Un México en el que el 96%1 de las personas imputadas por el delito de incumplimiento de obligaciones familiares, son hombres. En el que el 89%1 de los casos de violencia intrafamiliar son perpetrados por hombres.

  1. Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Procuración de Justicia Estatal

Esto, sin contar que debido a un muy deficiente sistema de justicia penal, la mayoría de las denuncias quedan impunes. Hay, además, un gran número de delitos de este tipo que no se denuncian por el viacrucis revictimizante que significa hacerlo en ese sistema.

La cofradía masculina siempre sale en defensa de los suyos. Los hombres a menudo critican que las «feministas» le creen a las mujeres siempre, aún cuando no hay evidencia de que hayan sido victimizadas. Pero ¿Cuándo esos hombres se detienen a pensar, que lo que están haciendo esas mujeres, es exactamente lo mismo que hacemos nosotros con otros hombres? Es decir, por defecto, le creemos a los hombres cuando argumentan ser inocentes, y pedimos evidencia contundente de su culpabilidad antes de emitir un juicio sobre ellos. Y peor aún, cuando existe tal evidencia y se comprueba su culpabilidad, elegimos seguir creyendo que, de alguna manera el sistema está jugando en su contra y son víctimas del mismo; en mayor medida si son nuestros conocidos o amigos. «¿Cómo va a ser Juan un golpeador, si yo juego al dominó con él los miércoles y es buen tipo?«

Los hombres no queremos reconocer que entre nosotros, caminan impunemente la mayoría de agresores, violadores, pederastas, homicidas, y violentos en general. Pero no sólo eso, tampoco queremos hacer nada para cambiarlo. Nos parece mejor taparnos los ojos ante esa realidad y defendernos entre nosotros, porque movimientos como el #MeToo, nos han mostrado que es posible que nos evidencien por lo que somos.

El caso de Depp vs Heard, nos ha enseñado un poco de lo peor de nuestra sociedad. Nos ha mostrado que cuando un hombre sufra violencia de pareja por una mujer, tendrá al mundo entero para respaldarle y creerle antes de que haya evidencia o juicio legal de por medio. Nos mostró la hipocresía con la que definimos a quiénes tratamos de héroes o como villanos por cometer las mismas faltas. Más importante, nos ha mostrado el rol que juega el sexo-género de una persona en ese trato que reciben de nuestra parte cuando se evidencian como personas agresoras victimizadas, o como víctimas «imperfectas».

Depp, durante su testimonio, reclama que Heard lo grabó cuando él actuaba violento en lugar de escapar.

El resultado del caso, engañosamente nos da a entender que los hombres que son víctimas de violencia por sus parejas mujeres, pudieran estar también agrediéndolas. Esto resta de la credibilidad de los hombres quienes verdaderamente viven en situaciones de abuso unilateral; y que necesitan tener recursos de apoyo para denunciar y que sus casos se atiendan con seriedad. También, promueve la peligrosa noción, de que las mujeres vícitmas de violencia por sus parejas hombres, tendrán que presentar una montaña inapelable de evidencias para que se les tome en serio. Y aún y cuando comprueben con evidencias la violencia ejercida por sus parejas, se les seguirá tratando de «problemáticas», «psicópatas», «mentirosas», etc. etc. etc; y se seguirá defendiendo a sus agresores públicamente y negando su culpabilidad.

Lo que vimos de este caso, resulta en un golpe duro para las personas víctimas de violencia de pareja en todo sentido. La sociedad global, al igual que Heard y Depp, perdieron con este circo mediático al que llamaron juicio. En esto no hubo ganadores ni ganadoras, perdimos todas las personas.

Josué Lavandeira – josue_lavandeira@alumni.harvard.edu

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