¡El patriarcado nos jode a todxs!

Patriarcado: De acuerdo con la RAE, es la organización social primitiva en que la autoridad es ejercida por un varón jefe de cada familia, extendiéndose este poder a los parientes aun lejanos de un mismo linaje.

En este sentido puramente etimológico e histórico, es claro que no vivimos en «patriarcado», sin embargo cuando la teoría feminista se refiere al patriarcado, no está hablando de este tipo de organización social y es importante no confundirlo. Cuando en la modernidad dentro de los tópicos de género y sociedad hablamos del Patriarcado, nos referimos a una estructura social general en la que los hombres mantienen la hegemonía del poder por sobre las mujeres. Una sociedad patriarcal consiste en estructuras de poder dominadas por hombres a través de la sociedad organizada y en las relaciones invididuales. O para ser más claros: Es el sistema social que valora todo lo masculino por sobre lo femenino. Implica que el hombre tiene derecho de estar a cargo de todo lo relevante y de dominar a la mujer en las relaciones individuales y sociales.

El patriarcado analizado desde las teorías feministas supone la realización colectiva de la subordinación de la mujer bajo las estructuras de poder creadas por hombres, para proteger los intereses de los hombres y mantenerlos como el grupo dominante y poseedor del poder político, económico y social en todo lo que refiere a relaciones humanas. Este tipo de patriarcado es el que vivimos todos los días en nuestro México. En esta sociedad patriarcal, la mujer es vista como débil, sumisa, obediente y como una extensión de los hombres, de quienes adquiere su valor como persona. Por ello, es que para quien comulga con este sistema de pensamiento, los máximos logros de la mujer van asociados con casarse con un varón y producirle una familia, a la cual deberá atender.

patriarcado

Este concepto de patriarcado subyuga a la mujer a un rol secundario en la sociedad, y no solamente eso, el Patriarcado perpetúa roles de género opresivos y limitantes, la binariedad del género, transfobia, cissexismo, el abuso sexual, la subordinación política y económica de las mujeres, y muchos abusos de poder más.

Durante muchas décadas, las mujeres han luchado contra estructuras patriarcales para eliminar las estructuras de poder que mantienen el poder hegemónico del hombre sobre la mujer y del cual son víctimas en todos los ámbitos de las relaciones humanas, íntimas y públicas. Pero poco hablamos del daño que el patriarcado provoca a los hombres, y a la sociedad en su totalidad, así que de eso quiero escribir.

Primero me gustaría dejar claro un punto: cuando en la teoría feminista se habla de «tumbar el patriarcado» y de las estructuras de poder dominadas por el hombre que hay que derrumbar, no se está hablando de una lucha contra los hombres. El patriarcado no somos los hombres, es una estructura que favorece el poder hegemónico y la dominación del hombre por sobre las mujeres, pero tampoco es algo bueno para los hombres, y aquí diré por qué:

El Patriarcado no solamente determina la asignación de poder para los hombres, también regula el cómo es que este poder debe ser asignado y cuáles son los requisitos que los hombres deben cumplir para ser dignos del ejercicio de este poder. Es decir, el Patriarcado es el gran precursor del paradigma masculino tóxico. Para el Patriarcado, el hombre debe ser lo que por siglos le ha dictado que debe ser, el hombre debe ser fuerte, rudo, estoico, dominante y frecuentemente, violento.

Lo primero que hacen los niños en sociedades patriarcales, es aprender a ponerse una máscara de masculinidad que oculte cualquier razgo de feminidad, pues todo lo asociado con lo femenino en su personalidad será asociado con debilidad, y perderá el respeto de sus pares debido a ello. Pues como ya mencioné, el Patriarcado asigna connotaciones negativas a todo lo femenino, y realza lo masculino. Adicionalmente, el Patriarcado liga su masculinidad con el poder y dominio que pueden mostrar, no sólo sobre las mujeres, sino sobre otros hombres también, y en una sociedad salvajemente capitalista, el mayor poder proviene del poder económico.

El Patriarcado establece también jerarquías entre los hombres, primero los ricos, primero los blancos, primero los heterosexuales, primero los cisgénero, primero los más fuertes, los más «masculinos», los más dominantes. El Patriarcado da acceso al poder solamente a un puñado de hombres, mientras deja al resto luchando por acceder a ese poder, que no solamente representa poder, sino que luchan por acceder a su masculinidad, a sentirse hombres y poder demostrarle al mundo que lo son, robando aspectos fundamentales de su humanidad. Una brutalización de niños y hombres que resulta frecuentemente en el ejercicio desmedido de la violencia como único medio de acceso a este poder de dominación. En este paradigma, el que es más fuerte es más hombre, el que inflige más dolor es más hombre, el que es más capaz de hacer más daño es más hombre, este paradigma se repite una y otra vez en las representaciones de Hollywood de masculinidad (Desde John Wayne hasta John Wick), el que infunde más miedo, el que produce más caos, el que responde con mayor furia, ese es el más hombre.

Esto es lo que hace el Patriarcado, produce las condiciones para que exista una constante lucha de poder entre hombres, y al mismo tiempo una lucha por mantener ese poder de dominación sobre las mujeres. Sin embargo, el Patriarcado no es un problema de los hombres, es un problema de todas las personas. Todxs somos hijxs del Patriarcado, todos nos hemos criado en él, somos productos de él, todos los reproducimos en cierta medida. El Patriarcado no es algo por lo que debemos culpar a nadie, ni a los hombres, ni a las mujeres, ni a nadie, el Patriarcado es la herencia que siglos y siglos de dominación masculina en estructuras sociales nos han legado. No es «culpa» de nadie, pero sí es «responsabilidad» de todxs.

Todxs jugamos un rol en el Patriarcado, en su conservación, en su desarrollo y en su derrumbe también. Como hombres, asumir los privilegios de poder legados a nosotros por el Patriarcado, es comenzar a comprenderlo, de la misma manera que redefinir lo que nos hace hombres y nuestra masculinidad desde un punto de vista individual y no de conformismo ante estructuras sociales inflexibles, es comenzar a retarlo.

Hay un ejercicio que a menudo hago en grupos de trabajo en el que primero pregunto a los asistentes «¿Qué es para ustedes un hombre de verdad?» A menudo las respuestas tienen que ver con la capacidad de proveer, de proteger, de defender, en fin, relacionados con fuerza, con potencia, con vigor y hasta con violencia. Enseguida pregunto: «¿Y qué es para ustedes un buen hombre?» Usualmente estas respuestas tienen mucho más qué ver con cualidades de bondad, de amor, cariño, respeto, valor, etc.

¿Entonces, por qué no aspirar solamente a ser buenos hombres, y no «hombres de verdad»? ¿Por qué no dejar atrás el Patriarcado y el daño que nos hace? ¿Por qué no ayudar a derrumbar esas estructuras sociales? ¿Por qué no impulsar a la mujer hasta que se encuentre en condiciones iguales en términos sociales, políticos y económicos? ¿Por qué no ser #MEJORESHombres?

Josué Lavandeira – josue_lavandeira@alumni.harvard.edu

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