¿A qué le tememos los varones?
Estaba en el secundario cuando tuve mi primer amigo homosexual. Lo admiraba, nunca se lo dije. Con sus 15 años caminaba por los pasillos como bailando. Era el centro de atención en aquel colegio público de la Córdoba del 2004. Murmuraban, señalaban, burlaban. Rara vez lo vi volver la mirada sobre el hombro y revolear los ojos, él caminaba con pasos bien dados por esos pasillos, entre las miradas, entre las burlas. Yo quería ser como él, genuino, valiente, nunca se lo dije. Alguna vez me preguntó como hacía para ser su amigo y también serlo de quienes lo odiaban, con quienes yo jugaba a la pelota… Siendo falso, siendo cobarde, así lo lograba. Ansiaba lo genuino, ser sin esfuerzo, ser sin caretas.
Pienso en como los varones tendemos a acomodarnos en lo conocido, lo normativo, lo aprendido, en gran medida por cobardes. Pienso en las personas exiliadas, las perseguidas, las discriminadas, que llevaron la identidad como bandera a pesar de tanta violencia, tanto desamor. Pienso en los pueblos originarios y sus 500 años de afirmar su derecho a la vida, la tierra y la dignidad. Y yo… un varón cis blanco heterosexual con miedo. ¿Con miedo a qué? ¿Miedo a ser diferente a nuestros viejos amigos? ¿Miedo a dejar de pertenecer? ¿Miedo a ser criticado?, ¿Miedo a que la violencia se vuelva en nuestra contra? ¿Miedo a dejar de ser hetero? ¿Miedo a demostrar que no sabemos, que no nos sale? ¿Miedo a mostrar miedo?
Creo profundamente que en esta cultura de apatía, individualismo, violencia, desmonte y plástico, es urgente que los varones salgamos de la comodidad y lo conocido. No podemos ser indiferentes ante este tiempo, ante este sistema y esta humanidad que no da para más. Poner el ser varón como centro del encuentro, como centro de la reflexión y el sentir, es poder correrse de un lugar aprendido que nos llena los bolsillos de polvo y toma a cambio lo mejor de nuestras vidas, todo el amor, el deseo, la sensibilidad, lo genuino en nosotros, eso que compartimos a cuentagotas. Toda esa humanidad que no estamos expresando ni habitando es el precio que pagamos para sentirnos poderosos.
La diversidad es el terreno fértil de la libertad. La diversidad es la suma de lo genuino. Es el derecho a afirmar que merecemos un lugar en el mundo siendo quien queremos ser, sin violencias, con dignidad y plenitud. Sin diversidad nos secamos por dentro, incluso nosotros, que muchas veces nos sentimos mejores que el resto. No seamos correctos con la diversidad, mejor seamos diversidad, para ser genuinos, para ser libres.
Hoy no tengo todas las respuestas ni me siento mejor que otros. Sí creo ser mejor que el que fui. Sí tengo la convicción del valor del encuentro entre varones que desean tener vidas más plenas y formar parte de una sociedad más justa. A mí me cambió la vida sostenerme en otros varones.
Hoy me animo a caminar por ese pasillo. Hoy puedo decir sin miedo a ser criticado que creo en la humanidad, creo en la utopía, creo que la vida es una escuela donde se aprende a vivir y amar. Creo que detrás de cada varón duro, violento y enojado hay un corazón tremendamente valioso que ansía beber de la misma agua que todos. Creo en la poesía y en el poder de la música para elevarnos, creo que la naturaleza es un libro para ser leído, creo que la sexualidad es un camino de autoconocimiento y placer compartido. Creo que ser papá es la más bella de las militancias. Creo que la humildad nos lleva a poder aprender de quien es distinto a nosotros. Creo que los varones tenemos la oportunidad de apropiarnos de cada aspecto de nuestra vida y crear nuevos sentidos. Creo que la militancia social y la coherencia individual son inseparables. Creo que este mundo al que hemos lastimado tanto necesita la valentía de quienes se van dando cuenta de que esto no va más. Creo que los varones necesitamos nuevos referentes, no que nos enseñen, sino que simplemente se muestren siendo varones genuinos, amorosos.
Animándome a cambiar mucho de lo aprendido gané todo esto para mi vida y para con las personas que quiero. ¿Qué estamos esperando? Hay que rodearse de quienes lo están intentando.
Pablo Mas